Sentía la respiración de la persona que tenía destrás de mi, su calor, sus latidos acelerados... y la fuerza del arnés que nos unía.
Debía confiar tanto en él como en el arnés, en el paracaídas, en la precisión del piloto... y en mi propia valentía.
Pero el suelo quedaba demasiado lejos, y el avión no hacía más que elevarse metro a metro.
Sentí un pequeño empujón por parte de la persona que quería saltar junto a mi, le miré y lejos de la impaciencia que en un principio esperé por su parte, se limitó a sonreirme y me dijo "tómate el tiempo que quieras, esperaré hasta que creas que puedes saltar"
Y así lo hice.
Finalmente salté, pero aún no he llegado al suelo...
Sigo con miedo, con vértigo, con inseguridad... pero al menos me he atrevido a hacer lo que deseaba.
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